Cómo afecta el COVID-19 a la Cooperación al Desarrollo

El COVID-19 ha unido a los países más desarrollados y a los menos desarrollados en la lucha contra la pandemia y la protección de sus economías. Pero la diferencia en su capacidad de respuesta tendrá consecuencias devastadoras para la salud, el bienestar y la seguridad de cientos de millones de personas. Lo que en los países más desarrollados parece perfectamente normal y exigible, en la mayor parte del planeta es una quimera. No hay posibilidad de confinamiento en asentamientos humanos que dependen de sus ingresos diarios, y las medidas de prevención como el lavado de manos no es posible para cientos de millones de personas. En los países menos desarrollados, la mortalidad directa del COVID-19 será un problema menor en comparación con las consecuencias de la recesión económica y el colapso de sus sistemas de protección.

Consecuencias para la salud:

Las medidas de distanciamiento social y la falta de ayudas destinadas a enfermedades locales amenazan el tratamiento de infecciones respiratorias en los niños, el VIH, las diarreas, la malaria o la tuberculosis. Estas cinco patologías causaron la muerte en 2016 a 3,1 millones de personas en África, 14 veces el número de muertos por el COVID-19 en todo el mundo, durante toda la crisis hasta abril de 2020.Caminando por las playas podemos ver a niños que venden recuerdos de nuestras vacaciones con la mejor de sus sonrisas, pero cuando llega la noche son víctimas de los turistas que acuden al país para tener relaciones con menores. En este país las relaciones con menores está penada pero apenas se persiguen estos delitos, que se cometen en cabañas, moteles,… Esta sensación de impunidad es un reclamo para este tipo de turismo, que cada año crece.

Consecuencias para la financiación del desarrollo:

Las consecuencias en las cuentas públicas de los países desarrollados hacen prever una caída de los recursos destinados a la Cooperación Internacional. El Banco Mundial ha previsto una caída del 20% en el envío de recursos por parte de las familias a sus países de origen. Esta falta de ayuda castigará de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables (mujeres, desplazados forzosos, víctimas de conflictos y las comunidades migrantes), que ya están sufriendo la interrupción de las intervenciones de emergencia y de ayuda humanitaria.

Consecuencias socioeconómicas:

Los países menos desarrollados sufrirán los efectos de manera aumentada. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha estimado que el número de personas por debajo del umbral de pobreza podría aumentar en 35 millones, la mayor parte de ellos condenados a la pobreza extrema. En África subsahariana, Save The Children estima el incremento de la pobreza extrema de entre 40 y 59 millones de personas, la mitad de ellos niños y niñas.

Debido a la desigualdad en la capacidad de recuperación de los países subdesarrollados, es más importante que nunca la Cooperación Internacional.

“Todos luchamos en el mismo mar. Unos van el yate, otros en barca y otros nadan con sus brazos.”

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